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lunes, 4 de mayo de 2020

REFLEXIÓN DISTOPICA DEL CONFINAMIENTO


Hola después de un fin de semana con celebración del día de la madre otra persona nos ha hecho llegar un escrito contando su experiencia.





Este confinamiento ha hecho que educadores, padres, madres e hijos nos tengamos que enfrentar a una situación nueva, diferente, como una novela distópica de ciencia ficción. Estamos cansados de escuchar eso de “ahora que tenemos más tiempo”. Quizás, si reflexionáramos sobre ello, nos daríamos cuenta de que el tiempo es el mismo. Solo ha cambiado el aquí y el ahora.

Muchas de nuestras casas se han convertido en una ventana al mundo y al colegio gracias a la tecnología. Hemos intentado administrar el tiempo de una manera más o menos lógica. O eso creímos en un principio. Para nosotros ha sido imposible: un niño encerrado en casa es muy posible que no entienda el concepto “rutina”. Y a nuestra hija, en una situación normal, ya le cuesta seguir las rutinas.

Como padres hemos tenido que poner nuevas normas de convivencia y/o reformar parte de las ya existentes. Con sus pros y sus contras, más de los últimos que de los primeros. Los educadores, por su parte, han planteado un método para continuar el curso de una manera “normal”. Y no, no se puede seguir nada con normalidad en una situación tan anómala como esta.

Se introdujo la aplicación Snappet, la cual nos parece fantástica para utilizarla en el aula, pero no en casa en estas circunstancias. Nuestra hija necesita escuchar y ver a sus profesores. Se comenzaron a enviar tareas vía RACIMA hasta que, por fin, llegó el blog para centralizar y organizar mejor la información. Al principio nuestra hija estaba ilusionada. Ahora está desmotivada y sobrecargada de tareas, y eso que antes tenía extraescolares cuatro días a la semana. Ha perdido el interés por aprender. Así que reflexionemos: nuestros hijos necesitan algo más (lo dicho, ver y escuchar) y algo menos (tareas que quizás puedan suplirse con otro tipo de actividades).



Junto con el teletrabajo y demás obligaciones de adultos, escuchamos y resolvemos sus dudas. Y lo hacemos, o lo intentamos, pero seguro (como es nuestro caso) que el método que les enseñemos para realizar un problema de Matemáticas, por ejemplo, no es el mismo que el estipulado ahora. Nosotros aprendimos esa materia hace casi cuarenta años. O lo que es lo mismo, existe un abismo de diferencia de conceptos de aprendizaje entre padres e hijos (y abuelos, en algunos casos).

Como padres creemos que se podía hacer un pequeño esfuerzo por parte del profesorado y contactar con sus alumnos, aunque solo sea unos minutos al día. Si esto no es posible se podrían grabar las clases para que los niños puedan seguir las explicaciones viendo y escuchando a su “profe”. Y, por favor, que se deje de cargar de tareas a los chavales. Quizás es mejor que lean un libro antes que hacer veinte ejercicios de Lengua delante de una pantalla de ordenador.

Esto solo es una reflexión, no una crítica. Ya hay demasiados críticos en este nuevo mundo distópico que, seguro, cuando vuelva la “normalidad” nunca volverá a ser como el de antes.

Mucho ánimo y paciencia a todos y todas.

P.D. Nuestros hijos e hijas verán la llegada a Marte o la cura del cáncer. Nosotros nos conformamos con que la WIFI de casa no se desconecte o que alguien nos pase una papelina de levadura de estraperlo…



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